El inicio
No me gusta hablar de mí porque pienso yo que a quién le va a interesar mi vida, pero llevada por la codicia académica, aquí estoy.
Yo nací en Menorca y delante de la ventana de mi habitación se veía, se olía y se escuchaba el Mediterráneo enorme extendiéndose en el horizonte. Y fui una niña muy buena y muy aplicada.
Por azares de la vida me trajeron a Valladolid y aquí empezó la película. Desde chiquita apuntaba maneras de ser una niña rara (del latín rarus-a-um: 'poco numeroso, raro, extraordinario, inusual'). Resulta que no entendía, (ni entiendo, en muchos casos) todas esas dinámicas de los grupos: que si hacerle la pelota a este, reírle la gracia al otro, jugamos con fulanito el martes y el miércoles no es amigo nuestro... demasiado enrevesado para mi mente infantil. Total, que giré a mis libros y mis juguetes y encontré un refugio maravilloso donde pasar las tardes.
Y así, de niña fui creciendo, creciendo y, ¡oh, sorpresa! me convertí en adolescente...
(Se suele asociar esta palabra con los verbos latinos adolesco y adoleo que significan 'convertir en vapor, quemar', en otras palabras 'desaparecer, carecer' pero no. Adolesco en su primera acepción significa 'crecer, desarrollarse'. Adolescens-ntis es 'el que se está desarrollando' y adultus significa 'el que se ha desarrollado' puesto que el primer caso es un participio de presente activo (tipo "estudiante" es el que estudia ahora) y el segundo uno de perfecto pasivo (tipo "estudiado" por otra persona en el pasado). También he llegado a oír cosas como que significa 'carecer de ciencia- adolecer de scientia', en otras palabras, ser un descerebrado. ¡Por favor!),
...y empecé a sentir que ese mundo cada vez se complicaba más y más. Que las personas con las que interaccionaba más igual llevaban criando malvas 500 años (o 2500) y que los que me rodeaban era como si me hablasen en una lengua desconocida. Las clases me parecían una verdadera cochambre. Hubiera dicho que mis profesores estaban allí por los tres meses de vacaciones. Yo quería aprender pues, al fin y al cabo, era (y es) lo que más me gustaba del mundo y ahí me parecía que se estuvieran riendo de nosotros en nuestras redondas caras: los profesores caían en los engaños mas ingenuos y si te mostrabas honesto, ¡castigo al canto! Nos mandaban leer esos libros infernales de lectura juvenil donde eventualmente aparecían palabras como "idiota" o "mierda" y era con todo lo que te quedabas. Vamos, que yo estaba obligada a estar de cuerpo presente pero, una vez en el instituto, podía hacer lo que quisiera, y ¿qué quería? destruirlo.
Puse todos mis esfuerzos en inventar diferentes maneras de boicotear las clases. Yo veía miles de incongruencias del tipo que no nos dejaban ver películas en inglés en clase de inglés porque eran "otro nivel" y no nos dejaban disfrutar de la música en música sino que la tipa despreciable -(del latín despretiabilis-e -> des+pretium-ii 'que no tiene alto precio, que no tiene valor o que no se puede sacar provecho de ello') de pies a cabeza nos mandaba repetir una y otra vez los mismos apuntes roñosos, copiarlos y copiarlos, copiarlos y copiarlos... No escuché una nota en todo el curso. ¡Dios mío! ¿Qué había en las cabezas de todos que tragaban con esa bazofia, comentando en los pasillos que era una pérdida total de tiempo, poniendo una sonrisita falsa para caerle bien al profesor? Definitivamente, había que acabar con ello.
Me profesionalicé en el bello arte de molestar y destruir. De contestar y cuestionar todo. Podría decir que era una alumna insoportable, pero en realidad pienso que, la mayor parte de las veces, me habría parado a escuchar, porque tenía muchas razones y muy pensadas para portarme así de mal. Yo no podía con ese sistema, el sistema estaba pudiendo conmigo: cada vez más frustración, cada vez más ansiedad y cada vez más ideas y más soltura para portarme fatal. Estuvieron a punto de expulsarme del instituto, mis padres estaban al borde del infarto. ¡Ah, por cierto! se me ha olvidado decir que había pasado por las consultas de nosecuantos psicólogos ya, porque se entendía que yo no estaba bien, pero al final resultaba que yo no notaba que me "dieran una solución" y mis padres terminaban por buscar otro "que funcionase". Acumulé cinco amonestaciones (lo que en mi Centro era muchísimo): una por discutir a gritos con una profesora (no me acuerdo que pasó, pero me mandó a ver al director), otra por estar emborrachándome con vodka en el baño y otras tres por estar leyendo en la biblioteca en horas de clase.
Yo decía "si es mejor para todos que esté aquí: no molesto a nadie y yo siento que leyendo hago algo útil con mi vida". Pues no, cada vez que me veían en horas de clase con Flaubert en la mano, amonestación y de patitas en la clase. Porque esto estaba FATALMENTE HECHO, obvio. Me daba igual. Me mandaban a clase, me acompañaban para que entrase y si me daba la gana, pues tal y como había entrado, salía y subía a continuar mi lectura. Porque a fin de cuentas, allí, nadie se preocupaba por mí y yo no tenía por qué preocuparme por ellos. Si, ¡ja! OCHO SUSPENSOS como ocho pianos que resonaron en mi casa un mes del ataque que les dio a mis padres. Ocho suspensos en uno de los años que más he aprendido en toda mi vida. Gracias a esos dos años de miles de horas prohibidas en la biblioteca rodeada de todos esos libros y ese silencio y el privilegio (del latín privus-a-um 'particular, propio, privado' y lex-gis 'ley, norma': una ley privada, excepcional) de elegir qué quería aprender.
Durante el verano recuperé cinco estudiando como una pringada a 40ºC y pasé a 4º de ESO con tres suspensas: matemáticas, geografía y educación física. Sí, educación física, porque era la clase más fácil de dinamitar. Una de mis técnicas habituales era coger una bolsa de pipas y ponerme detrás de la profesora con el "¡thss!" de cascarlas y el "¡tupp!" de escupirlas. Yo tenía clarísimo que el deporte no era para mí, que se me daba fatal y que hiciera lo que hiciera ni me gustaba ni iba a ser nunca capaz de hacerlo. Más curioso aun si digo que ahora trabajo en un gimnasio. La vida, ¿eh?.
Total que tanto pajarear repetí 4º de ESO y el día que lo supe me cambió la vida. Me cruzó por la mente una imagen de mí, adulta, llevando unas zapatillas de estar por casa, una bata mugrienta, la cabeza llena de rulos, el ¡HOLA! debajo del brazo, un cigarro en la otra mano, rodeada de 700 hijos ruidosos y esperando en casa a que mi maridito llegase de trabajar haciéndole la cena para que estuviera contento y que con un poco de suerte me diera 20 eurillos para irme a la peluquería a comentar las vidas de los demás. En otras palabras, mi peor pesadilla. Sí, como sacado de la cabeza de Lisa Simpson.
Cada cual que tenga la vida que quiera, pero en mi caso, la posibilidad de tener que renunciar a cualquier aspiración profesional o intelectual y vivir dependiendo de otra persona me estallaron en la cara como una bomba atómica. Para mí la cultura y el aprendizaje eran los que ampliaban las paredes de mi habitación y evitaban que este se volviera oscura y asfixiante. Sin ellos sentía que me iba a ahogar. Y es así: cuantas más cosas conocemos mayor es nuestro mundo puesto que no podemos concebir algo que no sabemos que existe. El saber me hacía libre, desenmarañaba el atajo de ansiedades que se me enredaban en la cabeza y en el corazón. Cuando vi que estaba repitiendo curso reaccioné y entendí que, si quería escapar de allí, debía seguir ese juego contra el que tanto había luchado. Vamos, que pasé de ser "Vicky, la sombra negra" a ser "Vicky, la personificación de la rectitud". Tal cual.
(Nota: no estoy diciendo que suspender a los alumnos y hacerlos repetir "haga reaccionar" y sean cosas buenas per se. Cada situación y cada persona son un mundo. Porque resultó que a mí me encanta aprender, ver que no iba a poder seguir haciéndolo me hizo ponerme las pilas. Si yo no hubiera sido así, creo que habría pasado del cuento, me habría ido a fumar porros con los kinkis del Instituto y sencillamente hubiera dejado de estudiar. O a lo mejor no.)
Tres meses de verano me transformaron. Ahora era yo la que, a la mínima molestia que alguien hiciese en clase, se giraba (porque ahora me sentaba en primera fila) y le mandaba callar con la mayor mala baba que me saliese en ese momento. Había que salir de allí y aprobar era la única forma. Y me convertí en la empollona que soy ahora. Y me convertí en el sueño de todo profesor de secundaria (dicho por ellos años después), contestona, sí, pero participativa y cada vez más amable.
Pasé la selectividad-PAU-EBAU y ¡oh, maravilla! ¡ya era libre! Ya iba a poder entrar en ese Templo del Saber donde todos están ahí porque DE CORAZÓN aman el conocimiento y bla bla bla... ¡chasco! era una prolongación del Instituto, pero no me importaba, yo subía las escaleras de Filosofía con una sonrisa que no me cabía en la cara. Y me encantaba mi carrera. Siempre había dicho que iba de bruces a filosofía, pero cuando en Bachillerato me crucé con el Latín y con el Griego, ¡oh, Atenea! ¿Qué era esa cosa tan rara que yo no podía entender? Intuía un orden, un orden profundamente lógico, pero no lo entendía, no podía traducir, no podía acceder a eso encerrado tras esas palabras y esas letras tan raras y ME ENAMORÉ con todo mi corazón del derretimiento (del latín de-re-terere 'desgastar de frotar con insistencia') de cerebro que me sobrevenía cada tarde haciendo los deberes.
En la libertad de la mayoría de edad y la Universidad empecé a hacer lo que yo quería. Comencé a utilizar esos ahorros que llevaba acumulando desde que empecé a trabajar a los 16. En primero, con 18.19 años, estudié también lengua de signos, daba clases particulares, trabajaba en Coca los fines de semana y daba charlas en Institutos sobre educación sexual, integración social y drogas con Cruz Roja como voluntaria, ¡Oh, catástrofe! ¡Qué clases! ¡Qué niños! Diablos homófobos y racistas, ¡Santo Dios Bendito! Me juré y me perjuré que jamás, nunca, sería profesora en un Instituto con todos esos salvajes por alumnos. Nunca. Ni en sueños.
Jamás. Nunca...
Ya esto se está alargando así que, como el tiempo es oro (y más que el oro) sintetizo:
Con la libertad en la mano me mudé a Francia, a Reino Unido, trabajé en un Club de Jazz donde tuve la suerte de conocer a algunos de los mejores jazzistas del mundo y a muchísimos artistas, después volví a Valladolid y me involucré en promover la acogida y adopción de perros y gatos y me dediqué a cuidarlos y curarlos y tener una paciencia infinita. Y me enamoré (más) de todos los animales (ratas y cucarachas incluidas). Luego me marché a Barcelona a estudiar Teatro y algo de danza y un poco (repito: un poco) de sánscrito, que es la tercera lengua clásica indoeuropea junto al latín y al griego y una ha de ir a por el combo. Viajé por India sola y también acompañada. Estuve unos meses en Tailandia donde di clases de inglés en una escuela musulmana y otra budista. Viví en medio de la selva y en un Monasterio en el que no se podía hablar. Anduve por Camboya y regresé a Barcelona. Otra vez a Valladolid.
También daba clases particulares. Hablaba mucho con ellas y con ellos. Bueno, pues tras muchas horas de conversación con ellos (desde que empecé a dar clases allá por... 2009... vete tú a saber... hace mucho) me terminaron comiendo la cabeza para que me metiera a la Educación Secundaria, ¡pesadilla de mis pesadillas! Y tardé en hacerles caso, pero al final aquí estamos porque, en resumen, resultó que lo que me pasó a mí les estaba pasando a otros cientos de chavalas y chavales. (Otra entrada sería para comentar todo lo que he aprendido con esas chicas y chicos en las clases "tú a tú" (porque es cierto que "uno con uno" somos más sinceros que cuando estamos en clase y hacemos estupideces y comentamos para "enriquecer el grupo", que es lo que diferencia a "el malote" en una clase de "la profesora y tú" a "el malote" con sus amigos en clase)). Tras eso volví a India (por tercera vez) que, no me resisto a decirlo, es uno de los lugares que más me gusta y me interné en un ashram tres meses estudiando prácticamente 16 horas diarias: de 5 de la mañana a 9 de la noche. No estaban permitidas las sillas ni mesas, escribias sentada en el suelo sobre tus propias piernas, sin zapatos (porque estar descalzo es signo de humildad) y comiendo con las manos (os lo recomiendo) y me profesionalicé, esta vez, en el arte bello arte de hacer la vida más hermosa. En aquella biblioteca del Instituto y también en la del colegio, una de las cosas que estudiaba era Filosofía del Yoga y Budismo, pues empecé a meditar con 7 u 8 años, pero no sabía qué estaba haciendo, en realidad. Tengo la teoría de que eso me impidió pasar del mero afán destructivo al afán delictivo. (¡Gracias!)
En Yoga hay una cosa que se llama asmita y se traduce como 'identificación'. Creo que una de las razones por las que no me gusta hablar de mí es porque no quiero identificarme con mi vida, porque no somos nuestra vida, no somos las cosas que nos han pasado (o la visión que tenemos de las cosas que nos han pasado). Ni las buenas, ni las malas. Cuando uno se identifica con algo se limita con respecto a todo lo demás. Si soy de una forma, no puedo ser de la forma contraria, porque eso sería una paradoja y, como todos sabemos, no hay incongruencias ni paradojas en la vida, ¿a que no?
Esto no es otra cosa que la fantasía de que algo que es de una forma y no puede ser de otra, que, por lo tanto las cosas son "cosas distintas e inmanentes" (Juan del Madrid, María del Barça, end of the story.) y, por lo tanto, autodefinitorias. Soy lo que me gusta y no soy lo que no me gusta, y así se estructura el mundo para mí. Y creo que eso es meterse en una caja: todos cambiamos miles de veces a lo largo de nuestra vida, de opinión, de gustos... Podemos ser una cosa y un poco de la contraria también. Mejor un flujo continuo que encerrarnos en una bombonera. Creo yo.
A lo mejor es por eso que no me gusta (bueno, un poco si me está gustando), o a lo mejor no. Yo no creo que esto que he contado represente quien soy pero me ha parecido curioso de contar y curioso saber qué efectos va a tener en mí, ¡igual sobrevivo al trago y todo!
¿Por qué he llamado a este blog BUDA, EL ADOLESCENTE? Porque cuando seamos profesores tendremos a esos alumnos insolentes y petulantes en clase y a mí me gustaría que, con esto que cuento, pudiéramos conocer algo de la perspectiva del alumno, que no se actúa con maldad, sino con ansiedad. Que lo colgaríamos de un abeto, posiblemente sí, pero mi objetivo último es que apreciemos esa parte buena (y posiblemente muy asustada) de todos esos alumnos "entregados a la causa de la rebeldía". Que no son "adolescentes" anodinos y estupidizados sino "adolescentes" en desarrollo buscando y experimentando. Un Buda en de-sa-rro-llo, adolescendo.
Esta fue mi experiencia y lo que sentí y espero que sea de utilidad para todos aquellos que quieran dedicarse a educación de adolescentes.
Gracias por el tiempo dedicado.
PD: La fuente para las referencias etimológicas es Le Grand Gaffiot.
Madre mia! Me ha resultado apasionante tanto lo que has dicho como cómo lo has dicho... por mi podrías dedicar todos los post a hablar de viajes, etimologías o experiencias... gracias por el regalo de leerte 😊
ResponderEliminarJobar, muchísimas gracias... :)
EliminarLo suscribo punto por punto
ResponderEliminarAl ir leyendo el post me imaginaba todos tus viajes y vivencias ¡y con que facilidad! tu presentación en clase me gustó muchísimo. Me parece fantástico que existan futuros docentes tan implicados, con tantas cosas diferentes que enseñar y con tanto cariño.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarJobar, muchísimas gracias!! Yo creo que tu también vas por esos derroteros, al final si te pilla algo en tu vida personal, acabas entendiendo la importancia de vernos como personas ;) y si, tienes toda la razón, es muy importante <3
EliminarMe fascina tu visión y manera de entender la vida, Victoria. La pasión y amor que le pones a todo lo que haces. Y tu manera de cuestionar ( y hacernos cuestionarnos) tantas cosas, y reivindicar otras tantas ¡Gracias por intentar hacer del mundo un lugar un poquito mejor! Se necesitan muchas más personas como tú se dediquen a la educación.
ResponderEliminarPor cierto, me resulta super interesante y curioso la etimología de las palabras que sueles incorporar en tus entradas.
Ay, Maialén, que me emociono, jeje. En serio <3. Muchísimas gracias por estas palabras tan bonitas, la verdad.
EliminarTu presentación es tan genial como lo eres tú. Es increíble todo lo que haces y dices. Eres una de las mujeres más fuertes que he conocido en mi vida. Sigue así de guerrera y si sigues viajando cuéntanoslo por favor. Por cierto, me encanta toda a etimología que añades en cada post, estoy aprendiendo mucho gracias a ti. Un beso =)
ResponderEliminar¡Madre mía! jajaja me entra la risa tonta, jejeje. Yo también creo, Dejanira, de lo poquito que me has contado, que tienes una historia increíble con unos resultados increibles y una guerrera interna que alimentas cada día. Es maravilloso eso. Totalmente genial.
EliminarVictoria, me encanta tu blog, tu transparencia a la hora de contar tus cosas. Me encanta lo intensa que eres y la forma que tienes de vivir las cosas. Me gustó mucho trabajar contigo el día que nos tocó analizar la décima propuesta, fue muy sencillo y eres muy buena analizando diferentes puntos de vista.
ResponderEliminarA mi también me encantó el trabajo ese chiquitillo que hicimos, fue súper súper fácil contigo, sí, totalmente verdad.
EliminarMuchas gracias por lo de Intensa porque si que a veces sí me voy a casa pensando "Vicky, hija, como las armas, calla un poquillo", pero aceptarse es importante, jeje. (Y así es más llevadero ;) )
¡Muchisimas gracias, Mónica <3!
Hola, Victoria,
ResponderEliminarDecirte que me ha apasionado mucho leer tus entradas del blog, que bien las expresas, que buena información das, que interesantes son. Bueno, me encanta tu blog en general, hahahaha. Encantado de haberte conocido en el máster.
¡¡Un saludo y nos vemos en clase!!
¡Ay, Rubén! ¡Mil gracias! ¿De verdad te has leído todo el blog? Mereces un premio GRANDE por eso, jajaja.
Eliminar¡Hasta mañana!
Vaya pedazo de presentación. Ya me gustabas de antes, pero he visto que eres menorquina y, ¡ay! Ahora me gustas más.
ResponderEliminarEres inspiración, tanto en tu blog como en el día a día. La energía con la que vives, la garra que tienes....es simplemente impresionante.
Nunca pierdas todo lo que llevas dentro, y nunca dejes de viajar y descubrir mundo.
¡Un abrazo!
Menorca es que es una joyita, ¡lo sabemos!
Eliminar¡Ay, Rosa! ¡Qué bonito, leche! ¡Qué precioso!
Tengo que decir, que yo, QUE TE HE VISTO TRABAJAR, también considero que lo que haces es muy inspirador, sí señora.
En la universidad de Oviedo el grado en historia tiene muchas deficiencias. Por ello, se barajaron diversos cambios en las asignaturas y el contenido. Una de las brillantes ideas de las autoridades académicas fue eliminar el latín del grado, ya que lo consideraban inservible y una pérdida de tiempo. También había otras materias relacionadas que se impartían en primero que poco tenían que ver con la historia, pero a sus profesores había que darles horas para que no cerrasen sus escasos departamentos. Este tipo de problemas no se barajaron respecto al latín, al fin y al cabo, ¿a quién le importa que el grado en filología clásica desaparezca? Fue por eso que los alumnos de historia de la Universidad de Oviedo montamos una tremenda protesta para conservar el latín en nuestro grado (incluso los que no habían hecho bachillerato en humanidades), y conseguimos, que, de momento, a los profesores de latín clásico y medieval no se les arrebate su sitio en las restantes humanidades. Porque estamos hartos... Hartos de que todas las disciplinas sean obligatorias en la ESO al menos un año salvo el latín; hartos de que los profesores de latín se partan la espalda con excursiones y actividades para atraer gente y su asignatura siga siendo considerada de segundas, mientras que otros departamentos tienen prestigio haciendo más que tocarse los cojones; hartos de que se lave el cerebro de los adolescentes de letras para que no cursen filología clásica; y, sobretodo, hartos de ese cuñadismo "no vale para nada, no sirve, porque el latín y el griego son lenguas muertas, ya no se hablan": a esa gente debería informársele de que estudiar latín y griego se destina a la traducción y que la base jurídica y filosófica de nuestro país se ha extraído de libros en latín y griego, porque, al fin y al cabo, la ignorancia no siempre puede ser una excusa.
ResponderEliminar(Mi mandíbula por los suelos ahora mismo... OMG)
EliminarCreo que ni el Departamento de Clásicas de la Uva entero hizo lo que el de Historia de Oviedo, jajaja... Woow. Si que lo quieren quitar de muchas Universidades, al final sólo se podrá cursar en...Salamanca, Madrid, Barcelona... pero vamos, a la vista está que valer, vale para mucho. Es decir, si tu vida es ir a comprar el pan, pues no, no lo vas a usar jamás, pero en el ámbito escolar y universitario... ¡Ecce!
Muchas gracias por tu pedazo de comentario, curradísimo y que me has sacado el corazón, vamos. ¡Mil gracias!
Buenaaaas Vicky que sepas que has perecido una persona digna de ser admirada, tienes una personalidad que encandila y una experiencia de la que todos debemos aprender. Doy las gracias a este máster por haberte conocido.
ResponderEliminarMe encantó tu presentación como todo tu blog. La pasión con la que escribes, como la expresas y la sientes. Da gusto coincidir con personas como tú, tan implicadas y apasionadas.
ResponderEliminarHa sido un placer haber coincidido contigo.
Enhorabuena por tu blog y suerte en tu camino.